Por Emilia Hernandez Ocadiz
El Impresionismo es un movimiento artístico surgido en Francia a finales del siglo XIX caracterizado principalmente por la representación del mundo de forma espontánea y directa, utilizando los efectos que produce la luz natural sobre los objetos (en el caso de la pintura) y la aplicación de pinceladas de color cortas, logrando gran brillo en sus pinturas.
Pero más allá de
la técnica, los impresionistas impulsaban al espectador a buscar, a imaginar y ver más allá de
lo que la pintura ofrece a simple vista. Cuando observamos la realidad, la
mayoría de las veces lo hacemos “a través de algo”, una ventana, la puerta
abierta de la habitación, unos lentes, una pantalla, una reja, y estos filtros
pueden o no distorsionar esa realidad. En este caso, Víctor Stoichita nos dice
que el mismo autor de la obra es un “filtro” o “ventana” a través del cual
observamos su propia interpretación, enfoque, encuadre e impresión de la
realidad que nos presenta.
En la vida
cotidiana difícilmente vemos escenas en todo su esplendor, con esa teatralidad
que muestran las pinturas del Renacimiento por ejemplo. Casi siempre hay algo
en medio que obstaculiza nuestra mirada, por lo que tenemos que “asomarnos
más”, acercarnos, voltear o quitar de en medio lo que nos impide ver. Los
impresionistas no te dan la escena explícita, sino te la dejan a la
imaginación. Te dicen “algo está ahí” ven, asómate, observa o incluso imagina
lo que quiero presentarte.
Y en este caso,
me recuerda mucho lo que hacía Alfred Hitchcock en sus películas, en especial
en Psicosis, donde con efectos de luz y sombra, actuación y música nos
sugería una escena, sin ser explícita, logrando que el mismo espectador
imaginara y formara el resto y provocándole sentimientos de terror y
desesperación.
De la misma
manera que Alfred Hitchcock provoca que el espectador haga suya la narración de
la escena, en el impresionismo, la historia o narración no pertenece al
personaje de la pintura sino al espectador, ya que los mismos elementos de la
pintura le dan infinidad de formas para imaginar y reconstruir esa narración.
Cuando observamos
una pintura, nosotros, al igual que los personajes de la misma, somos testigos
de lo que ocurre en la escena; del mismo modo que ellas, podemos ver, pero no
actuar. Como podemos ver en la pintura de la Degollación de San Juan
Bautista (3), los personajes que aparecen como observadores, son un reflejo
de los mismos espectadores, de los que observamos la escena de la pintura. A
estos personajes les llama figuras – eco.
Estas figuras –
eco también nos indican la lectura de las imágenes, dándonos la jerarquía entre
los elementos que aparecen en la imagen,
además nos crea una sensación de "participación" en la escena,
ya que, como nos dice Stoichita, son un reflejo de nosotros mismos observando
la misma imagen que ellos.
Además, dentro de
estas composiciones, existen elementos “obstaculizantes” como rejas, barras
transversales, humo, árboles, etc. que impiden que las figuras – eco puedan ver
la escena completa. Estos elementos le brindan al espectador claves para leer e
interpretar la imagen que observa y así, hacer propia la narración de la
escena.
Incluso hay
pintores que nos ofrecen una misma narración en diferentes pinturas como Caillebotte,
quien nos muestra una primera parte de la escena (4) y después en otra pintura
nos dice "mira, puedes asomarte y ver mas..." para que al final
"espíes" con toda libertad la totalidad de la escena y seas parte de
la obra. El espectador hace suya la mirada filtrada, se convierte en el filtro
que la llevaba.
Manet y Degas
Manet no sólo
representa la escena, él mismo es parte de la escena, de una manera marginal.
Pero finalmente está presente, nos da su punto de vista, nos indica dónde
estaba situado mientras representaba la escena.
La característica
más importante en sus representaciones es la mirada, que desde la pintura se
refleja al exterior, creando una especie de comunicación entre los personajes o
“figuras filtro” de la obra y el espectador. Incluso el espectador se siente
observado.
Para Degas el
punto de vista del autor y la del espectador son externas, como espías de la
escena, en una postura voyerista. Ver sin ser vistos.
Al analizar las
características de la pintura de Edgar Degas de “ver sin ser vistos” y estos
filtros y pantallas de los que habla Stoichita, recordé la película Peeping
Tom (7) de Michael Powell (1960), en la que Tom, un fotógrafo
psicópata y voyerista, espía a sus víctimas a través de la lente de su cámara
para después asesinarlas.
La mayoría de las
escenas de esta película son observadas a través de la lente de Tom, dándonos
su punto de vista y dejándonos espiar a las mujeres como él lo hace. Vemos a
través de los filtros, e incluso, nos limita algunas partes de la escena por la
misma forma de la lente, dejando a nuestra imaginación el resto de la escena.
Bibliografía
Stoichita, V., Ver
y no ver, Ediciones Siruela, España, 2005
Vincent Van
Gogh, Impresionismo website. Extraído el 17 de septiembre de 2012 desde: http://www.alu.ua.es/m/mjbc4/impresionismo.html
HITCHCOCK,
Alfred, Psicosis, 1960, Estados Unidos
POWELL, Michael, Peeping Tom, 1960, Reino Unido
Hola! me gustó tu ensayo, sobre todo las comparaciones cinematográficas.
ResponderEliminarGracias! espero encontrar la película de Peeping Tom, para que la veamos en clase.
ResponderEliminarSaludos
Emilia