viernes, 31 de agosto de 2012


“Spencer Shay y Banksy: Referentes del Arte Actual”

Ensayo sobre el libro
“El arte en estado gaseoso” de Yves Michaud




Felipe Ortiz Ugalde
Narrativa Gráfica.


Mercedes Sierra Kehoe



Introducción.
“Democratizar el acceso a la Educación  Artística ha de constituir una finalidad inalienable de los esfuerzos actuales que despliegan los sistemas educativos, para que su influencia alcance a la totalidad del universo escolar y lo sitúe en condiciones de influir creativamente en el futuro de sus pueblos.”
-Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO[1]

Sin duda vivimos en un mundo donde el arte y las industrias de producción de bienes culturales se han democratizado.  Nunca antes en la historia de la humanidad, el ser humano había tenido acceso a tanta información, ni a tantos recursos materiales y técnicos; ni mucho menos la sorprendente capacidad de la telepresencia para enterarse de lo que otros humanos hacen al otro lado del mundo. 
Semejante pléyade de recursos debería hacer de estos tiempos la edad dorada de la producción artística y cultural. 
Yves Michaud señala en su ensayo El Arte en estado Gaseoso (2007) que irónicamente, el arte se encuentra en una situación de éter estético[2] consecuencia de éste desarrollo desmedido.  Al poder acceder a tantas formas de crear belleza, nos hemos creado la obligación de aplicarla en todas las cosas, como si tratáramos de erradicar toda la fealdad de la faz de la tierra; esto ha llevado a que lo estético sea más grande incluso que la idea de el Arte; lo que ha hecho que el arte sea como un cuerpo gaseoso que se expande en todas direcciones pero poco denso.  Podemos decir coloquialmente que el arte actual abarca mucho y aprieta poco.
El objetivo de éste trabajo será ejemplificar lo que propone Michaud a través de dos casos.  El primer caso es un personaje producto de las industrias culturales;  Spencer Shay, un personaje ficticio de un popular programa de televisión llamado iCarly, que es un artista visual  y del que analizaremos algo de su “obra artística”.
Como segundo ejemplo, tenemos a Banksy, uno de los artistas contemporáneos más celebrados, y cuya obra nos permitirá apreciar el estado de la cuestión que propone Yves Michaud.


El caso Spencer Shay.
Como primer ejemplo hablaremos del hipotético caso de Spencer Shay. En el programa de televisión para niños iCarly, Spencer Shay es un artista visual de Seattle, que ha creado obras escultóricas como la siguiente:


                                   


Una taza de café tan grande que se pueda nadar en ella; cuya finalidad es la relajación.  Podemos ver una referencia nada discreta a la compañía Starbucks.  Esta supuesta obra de arte, aparentemente ingenua e inofensiva muestra claramente como el mundo se ha plagado de elementos estéticos y autorreferencias.
Para hablar del triunfo de la estética sobre el arte, Michaud nos habla primero sobre la desaparición de las grandes obras de Arte frente a los productos cada vez mas estéticos que rodean nuestra cotidianeidad.  Tanto así que incluso los programas para niños necesitan una dosis de “arte”.
Seguramente sonará atroz y descabellado comparar una supuesta obra de arte de un programa para niños con obras como Fuente (1917) de Marcel Duchamp o las 32 impresiones de la serie Latas de sopa Campbell´s (1962) de Andy Warhol.  Pero precisamente el triunfo de la estética que menciona Michaud proviene del uso que Duchamp hizo de un urinal como obra de Arte, en un claro desafío a los museos de su época; para explicar éste fenómeno tenemos a Harold Rosenberg quien en 1972 habló de la desestetización y desdefinición del arte[3] basado en la comparación de la obra de Marcel Duchamp, quien fue el responsable de los Ready-made, o aquellos objetos ya fabricados pero que han sido resignificados.  En el caso de la taza de café gigante, es retomar un objeto cotidiano y atribuirle un valor artístico
Cuando Andy Warhol se valió de las artes gráficas como la serigrafía para hacer series de sus obras; acabó con lo que Walter Benjamin refiere en su ensayo La obra de Arte en la época de la reproductibilidad mecánica como el aura (el aquí y el ahora de la obra artística)[4].  La referencia claramente podemos verla en la alusión a la marca Starbucks.
Además, Michaud nos plantea un panorama donde el Hedonismo es un componente vital en la obra artística.  El hecho de que ésta obra de arte ficticia tenga como único fin la relajación, pone de manifiesto el Hedonismo en la Estética y en el Arte. Este Hedonismo en la creación artística resulta en una valoración mayor del placer de la experiencia, que el contenido de la experiencia misma[5].

El caso Banksy.
Hablar del arte contemporáneo, es hablar de éste misterioso ex tagger[6], ahora artista callejero  llamado Banksy.   En un caso muy parecido a Marcel Duchamp con su obra Fuente[7]; Banksy ha irrumpido en diferentes museos, como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, con obras como ésta:

                                       

Con éste artista veremos múltiples ejemplos del triunfo e Imperio de la estética.   Uno de los más notables ha sido la postura “anti-arte” y anti-capitalista de Banksy, el cual  paradójicamente se ha vuelto una escuela para otros artistas callejeros; pese a que se sabe ha trabajado para grandes corporaciones como Puma y MTV.  Su trabajo de intervención de espacios; nos remite inmediatamente a cómo el artista se ha salido de los museos y éstos a su vez han perdido su papel de recinto para la obra áurica para convertirse en un museo a la medida de cada necesidad estética.  Incluso podemos hablar de los museos como destinos turísticos destinados a satisfacer el Hedonismo de los visitantes. (Michaud:p155)

La crisis del arte es tal, que a éstas obras planeadas para ser un anti-arte efímero y perecedero” se les puede llegar a cotizar en miles de dólares, e incluso se ha llegado de decir que ¡merecen la protección de las autoridades![8]
De hecho Banksy es un ejemplo perfecto entre el híbrido Artista-productor de medios culturales.


Conclusión.
“Ahí está Jimmy Page, el más grande ladrón de música negra americana que jamás haya pisado la tierra.”
-Homero Simpson
Para concluir con este breve acercamiento a la obra de Yves Michaud, quiero dejar como ejemplo una anécdota de una de las obras más emblemáticas del imperio de la estética.  En un episodio de la popular serie de televisión Los Simpson, Homero busca a sus hijos desde el famoso Ojo de Londres, y es cuando al observar los alrededores dispara la frase con la que inicia éste apartado.  Semejante afirmación podría parecer una crítica feroz y una denuncia contundente[9].  Pero ¿qué diferencia tiene un episodio de Los Simpson, donde la tónica del programa es llenar de referencias al espectador de marcas, artistas o instituciones con el arte actual? Al parecer ninguna. 
Cuando Walter Benjamin hizo su ensayo La obra de Arte en la época de la reproductibilidad mecánica, y comenzó a ver un arte de masas, veía en el cine la esperanza de una politización libertadora, sólo que nunca se encontró con la televisión, ni con la idea de una “masa solitaria”. [10]
Finalmente, Yves Michaud sentencia que seguimos necesitados de la experiencia, y necesitamos el Aura; aunque ésta experiencia esté empobrecida, y el Aura sea reproducible y hecha a medida del mercado.  El posmodernismo terminó antes de los años 90, pero nos sigue recordando que ya sea crítica, elogio, adoración, parodia, o simplemente “un arte como destino turístico” para llamar la atención de un espectador; como dice Feyerabend  Todo se vale (Anything goes) en el imperio de la estética.







Michaud, Yves. El Arte en estado Gaseoso. Fondo de Cultura Económica. México. 2007.
Benjamin, Walter. La obra de Arte en la época de la reproductibilidad mecánica. Ed. Taurus, Madrid 1973.







[1]Documento conceptual de la Conferencia Regional de América Latina y el Caribe Latino, preparatoria de la Cumbre Mundial de Educación Artística. Bogotá. Junio de 2005.http://portal.unesco.org/culture/es/files/32029/11593662505ad1Conceptual.pdf/ad1Conceptual.pdf

[2]Es como si a mas belleza menos obra de arte, o como si al escasear el arte, lo artístico se expandiera y lo coloreara todo, pasando de cierta manera al estado de gas o de vapor y cubriera todas las cosas como si fuera vaho.”(Michaud,2007:10-11)
[3] Ídem.

[4]Resumiendo todas estas deficiencias en el concepto de aura, podremos decir: en la época de la reproducción técnica de la obra de arte lo que se atrofia es el aura de ésta.  El proceso es sintomático; su significación señala por encima del ámbito artístico. Conforme a una formulación general: la técnica reproductiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar las reproducciones pone su presencia masiva en lugar de una presencia irrepetible.” (Benjamin:1936)
[5] Michaud:145.
[6] Tagger es la expresión más baja del graffiti.  Se trata de hacer firmas rápidas o Tags Tagger también se refiere a los marcadores con los que se hacen las firmas. http://www.taringa.net/posts/arte/8525429/Graffiti_-de-New-York-para-el-mundo.html

[7] “Fuente es un objeto particular escogido para pasar (y desafiar) el test de participación en una exposición de la Society of Independent Artists” (Michaud:45)
[8] http://www.abc.es/20100427/cultura-arte/banksy-201004271126.html

[9] Jimmy Page fue demandado en 1985 por la hija del músico Willie Dixon por la autoría de la canción Whole lotta love, la cual fue tomada de la canción You need love.  http://www.subnoise.es/articulos/desmitificando-a-led-zeppelin/
[10] p106.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Ensayo sobre el texto "El arte en estado gaseoso"


Ensayo sobre el texto El arte en estado gaseoso, por Israel Rubio Montiel.


Yves Michaud, autor de esta obra cuyo subtítulo es Ensayo sobre el triunfo de la estética, manifiesta de una manera muy particular como es que el arte se ha expandido a casi cualquier rincón, está por todos lados, hablamos de la estética, cualidad que embellece espacios y objetos, incluso más subjetiva si se habla de cuestiones teóricas o literarias. Pero al parecer tiene un costo, y ese costo es compartir su propia belleza, que como carácter cuantificable pareciera que en realidad no se expande, sino se mueve, es decir, ha abandonado el arte para trasladarse a otros espacios.
         Como una analogía con la física, esta estética que se desprende del arte es ese estado gaseoso del que sugiere el título de este ensayo y que interpreta una noción del arte contemporáneo. Un arte que ya no depende de una obra para rendir pruebas de su existencia y que por el contrario, esa finalidad objetual se convierte en una experiencia. Y si fuera el caso que existen objetos como obras, estas ya no obedecen a las reglas establecidas. Así como el college penetró a la pintura y el performance se afianzó, una mutación como vorágine sacó al arte del la modernidad para instaurarlo en la era posmoderna, donde los cánones han cambiado.
Michaud hace referencia a Walter Benjamin, quien en 1936 dijo: “A grandes intervalos, en la historia, el modo de percepción de las sociedades humanas se transforma al mismo tiempo que el modo de existencia”, lo que insinúa quizá una etnografía responsable de la metamorfosis del arte.
¿Pero de qué se trata en concreto esta transformación? A resumidas cuentas, el meollo del asunto está en comprender que “el arte contemporáneo se acerca a rituales efímeros, ornamentaciones corporales, ornatos, procedimientos pirotécnicos, performances teatrales o religiosas y hasta el arte de los arreglos florales” (Michoud, 2007, p. 20). Este estado gaseoso de la estética nos ha confundido de tal forma que ya no sabemos identificar –salvo el diestro o el autor- cuando se trata de arte y cuando se trata sólo de un montón de basura sin intención estética. Y en la esfera comercial este vaho ya es prácticamente, técnicamente y teóricamente un proceso formal –el del arte contemporáneo- para desarrollar publicidad, y viceversa. Es un diálogo que Duchamp y Warhol incluyeron en sus obras como una dialéctica que fijaba la atención a otras perspectivas donde las bellas artes tradicionales no tenían un batiscafo.
Otro factor que determina una significación reside en la segmentación casi extrema de un público cada vez menos interesado –y autores menos comprometidos social y políticamente- y cuya condición ha desatado lo que Michaud (2007) define como “tribus de iniciados” (p. 38) y que además, los autores carecen de un apego a grandes públicos. Esa negación es un rasgo que caracterizó a algunas instituciones independientes de inicio del siglo XX para ofrecer otro tipo de arte a otro tipo de público como consecuencia de la caducidad de los museos, que hasta entonces, no habían cambiado en lo absoluto su forma de mostrar aquellas obras dignas de mostrarse. Así fue como Fuente de Duchamp pudo exponerse, en una galería de este tipo. No era para menos, al tratarse de un mingitorio de porcelana. Los ready-made entonces empezaron a tomar las galerías, pero sobre todo, redimensionaron la interpretación más allá de los censos estéticos por excelencia. Tal vez la era de las grandes obras de arte ya no exista más.
Pero la belleza no había desaparecido, al contrario, se había expandido y lo sigue haciendo a través del diseño, si nos gusta algo podemos decir que se trata de algo bello, sin embargo podría ser que el concepto de belleza también ha evolucionado y es parte de un consenso que de minorías ha podido crecer. La belleza ya no es tradicional e incluso se rescata para ser reciclada.
Conceptualmente y como resultado se han desarrollado tendencias artísticas que han incluido otros soportes como el cuerpo humano –land art- y la naturaleza –earth works-, por citar sólo dos ejemplos, donde se manifiesta una búsqueda artística, estética, espiritual y novedosa, siempre rescatando técnicas de las bellas artes pero empleadas de distinta manera para crear discursos distintos para una época distinta.
La significación también se ha visto modificada, a mi parecer se trata de lenguajes más explícitos e icónicos –semióticamente hablando-, la diversidad de la posmodernidad ha influido en la profundidad de los contenidos de tal forma que el mismo soporte ha logrado posicionarse con su espontaneidad y apariencia atractiva a los criterios formales. La experiencia es más fuerte que la obra misma, como en el caso de las performances, donde se pueden lograr actos tan perturbadores a veces.
Michaud cita el trabajo de Banjamin una vez más, un ensayo que versa sobre la capacidad del medio para ser reproducido, copiado, clonado y dirigido para diferentes tipos de proyección –sin ser la intención de inicio- donde la fotografía y el cine, son quizá las pruebas más grandes. Como sabemos, estos soportes son prácticamente reproducibles técnicamente y son a la vez, capaces de reproducir otras obras, como en el caso de las grandes pinturas, las grandes obras en general de las bellas artes. Es por eso que tenemos libros con fotografías que ilustran la historia del arte. Tenemos fotografías de esculturas, pero también fotografías de otras fotografías. El celuloide alberga performances –como sugiere Benjamin- y es además, susceptible de originar las copias que sean necesarias para poder crear esa experiencia colectiva de ficción y otras posibilidades.
Una ventaja es a la vez que se contagia la estética por todas partes, para el diseñador por una sola razón: la belleza está de moda y las minorías y mayorías buscan esa belleza, esa estética que está en el arte pero también en la publicidad, y en la propaganda y en la televisión, en las historietas y en los empaques. El diseñador es responsable de entre tantas cosas más, de la gasificación de la estética.