martes, 25 de septiembre de 2012

Ver y no ver. Ricardo Inocencio

Probablemente el público que aprecie una pintura famosa lo haga por las referencias que tiene de la misma, la escala social que esta le permitirá al conocerla o por la condición de turistas en busca de nuevas sensaciones; sin embargo, una obra buena obra cuenta más de lo que aparentemente muestre en un primer vistazo.
            A pesar y después de la anterior afirmación todo pareciera indicar que el arte es elitista y solo los conocedores pueden disfrutar y descifrar la técnica, composición, color y demás elementos utilizados; no obstante, existen ciertos rastros que el autor regala para la comprensión de quien se comprometa. Además de la búsqueda, la práctica y el interés; la familiaridad que se adquiera con los años permitirá percibir de manera más efectiva la verdadera razón de ser de una obra, pintura en el caso que concierne a este ensayo.
Victor Stoichita cuenta a través de su libro “Ver y no ver” más que el verdadero significado de las obras del impresionismo -corriente artística en auge a finales del siglo XIX- la percepción de la realidad que proyectaban.
            La solución técnica queda en un segundo plano, cuando se hace presente la inquietud de la época, preocupación plasmada tanto en obras literarias como en fotografías y pinturas. El tema de la mirada se vuelve tema de discusión y se plantea desde diferentes perspectivas. Si bien, en la edad media ya existía este recurso, siendo explotado de forma más marcada en el renacimiento; en los 1800’s adquiere un nuevo sentido, forma que permite en la actualidad fundamentar parte de los propósitos del arte.
            Las pinturas de Édouard  Manet son un claro ejemplo de la integración o forma hábil de unión entre los fundamentos del arte clásico hasta aquel entonces y sus nuevas propuestas. A través de un recopilado de imágenes el libro “Ver y no ver” plantea la serie de filtros en las que el espectador debe pasar para enterarse del discurso de la obra.
            Se narra que en más de una ocasión el significado de lo plasmado puede ser mal entendido; sin embargo la mirada de los personajes de un cuadro sugieren o indican otras direcciones para el análisis. Una pintura puede ser el espejo en el que se retrate las condiciones del momento, instrumento que puede encontrarse empañado o distorsionar la realidad.
            La necesidad de hacer más rico el discurso de lo producido hace más de 100 años llevó a personajes como Degas, Monet, Caillebotte y Manet al empleo no solo de pinceladas trazadas con cierta espontaneidad sino a un código que de forma incierta permitieran al espectador penetrar o inmiscuirse en sus concepciones del mundo.
            Si hubiera que adoptar una postura con respecto a los medios empleados por los impresionistas, en lo personal, sin duda alguna la retomaría. El ser humano ante su naturaleza y necesidad de comunicarse, hace uso de medios que de forma literal podrían no ser entendidos.
            Finalmente muestro una fotografía tomada el pasado 16 de septiembre desde una azotea en la colonia portales a la que bien podría titulársele “Helicópteros”; utilizo este recurso como una sencilla y menesterosa copia de lo que a mi parecer fue el objetivo de muchas de las obras impresionistas.

Trabajando este día en lecturas pendientes para la maestría, decidí levantarme temprano y comenzar; días antes había pensado si no ir el día del grito al zócalo, si hacerlo al desfile del día siguiente; sin embargo, la tarea abandonada hasta ese día era necesario ser atendida. Los ruidos de los aviones que pasaban en ese momento recordaban una serie de cosas, cuestiones relacionadas con lo que había ocurrido hace 2 siglos pero también con lo que se estaba dando aquel día en esa habitación. Después de oír por más de una hora aquel sonido, decidí subir a la azotea y fotografiar los helicópteros que en ese momento volaban. La imagen pudo ser vista por escasos segundos a través del espacio que se hacía entre un edificio de departamentos y una casa; sin embargo el momento del clic en el celular fue en el preciso momento en que se ocultaban tras las construcciones; después de aquellos segundos ningún otro avión pasó. La frustración se hizo evidente, no obstante atrás de esa imagen capturada existió toda una historia y razones para hacerse.

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